Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Escribano palustre.

Ayer martes, por la tarde, estuvimos anillando paseriformes. Dentro del programa de anillamiento científico que Txolarrea lleva en cooperación con Aranzadi estamos aprovechando los últimos días de febrero para anillar visitantes invernales. Capturamos tres machos de Escribano palustre, Emberiza schoeniclus. Las cuatro personas que estábamos en la laguna sabíamos que eran miembros de una especie catalogada como en peligro de extinción, como mínimo vulnerable, dependiendo de las subespecies. La noche fue cayendo, alumbrábamos con los frontales a aquellos últimos representantes de una especie magnífica. Cuando, después de debidamente anillados y tomados sus datos biométricos, recuperaron su libertad y volaron rápidos hacia la oscuridad del carrizal, respiramos tranquilos. Algunos temblábamos. No sé si por el frío o por la emoción de haber anillado a un superviviente.

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