Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

miércoles, 14 de abril de 2010

Escenas orientales II

Tortolita rabilarga.
Bulbul árabe.
El primer día de nuestra llegada a Oriente, día 28 de marzo, lo pasamos encerrados, por estar "en tránsito", en el Hotel Golden Tulip de las Royal Jordanian Airlines. Como teníamos que esperar allí prácticamente 24 horas, las pasamos tranquilamente en el jardín conversando y observando pajarillos. En un jardín trasero, orientado al oeste, muy descuidado, que era un olivar con el suelo cubierto de gramíneas, apareció una pareja de bulbul árabe (Pycnonotus xanthopygos). Eran las 08:20 y el día estaba soleado. A continuación aparecieron varios verderones (Carduelis chloris). Un poco aburridos de un jardín tan oscuro a aquellas horas de la mañana, nos pasamos al jardín delantero que estaba orientado al sur. Pronto nos visitaron una tortolita rabilarga (Oena capensis), tórtolas turcas (Streptopelia decaocto), un macho de mirlo (Turdus merula), más parejas de bulbules árabes; pero los que animaban el cotarro eran los gorriones componentes de una colonia que anidaba en las farolas de la entrada. A seis o siete metros de altura construían sus nidos encima de las propias bombillas de unas farolas que, por lo visto, no funcionaban. Cada pareja se había instalado en una farola y trabajaba con verdadera agitación para construir el nido. Se trataba de gorriones comunes (Passer domesticus) y las parejas eran estrictamente de un macho y una hembra. Ambos colaboraban en la construcción del nido acarreando material. Entre acarreo y acarreo se tomaban un respiro y realizaban una activa cópula. Estaban ocupadas todas las farolas posibles, unas diez, cada una por una pareja.

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