Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

martes, 24 de mayo de 2011

El 20 de mayo en Fresno de Río Tirón (Burgos.España). Spain.

El pasado fin de semana, como siempre, fuimos a pasarlo en Fresno de Río Tirón, localidad del norte de la provincia de Burgos (España). Desde que llegamos el viernes por la tarde el espectáculo, para un pajarero, estaba servido: el sol estaba en todo lo alto y soplaba un suave vientecillo procedente del norte que mantenía la temperatura a 19ºC. El cielo lo ocupaban varios centenares de vencejos (Apus apus) que sobrevolaban los tejados habiendo formado ya sus chillonas bandadas. Algunas decenas de golondrinas (Hirundo rustica) vuelan más cerca del suelo; los aviones comunes (Delichon urbica) pican hacia los nidos que, en algún caso tiene ya pollos. Justo enfrente de la terraza desde la que estamos disfrutando el espectáculo, desde una antena de televisión cercana, nos recibe un macho de escribano soteño (Emberiza cirlus); inconfundible con la garganta y lista ocular negras, lo que deja bien a la vista las tres bandas amarillas. Al final de la calle, en lo más alto de la espadaña de la torre de la iglesia, junto a la cruz, en el nido de las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) bullen los jovencísimos pollos. Vemos con certeza dos, pero incluso podría haber un tercero. La fecundidad este año está siendo altísima, esperamos que la acompañe el éxito reproductor. Las lavanderas blancas (Motacilla alba) recorren como doctores enlutados los tejados próximos.Acuarela de "las traseras" (Fresno de Río Tirón).





Al sur de la casa, en la zona que denomino de "las traseras", la actividad es de una agitación parecida. El sol da más directamente. El aire está lleno de copos de álamo negro, que por aquí llaman chopo (Populus nigra). Desde una viga que sobresale del tejado de uno de los edificios antiguos de la zona, un macho de collalba gris (Oenante oenante) vigila su zona y se lanza de vez en cuando a por alguna presa que no puedo identificar. La luz menguante, procedente del oeste, ilumina la escena dándole un carácter de escenario de première. Todo nuestro tejado está lleno de nidos de gorrión (Passer domesticus), vencejo y estornino negro (Sturnus unicolor) y la actividad es incesante. Llamadas, reclamos. Unos están empollando, otros constuyendo sus nidos y no paran de bajar a las parcelas de "las traseras" a recoger briznas de hierba y palitos. Otros están ya criando, y una y otra vez suben al nido con presas en el pico: lombrices, larvas de insectos, orugas, arañas. Cuando abandonan el nido lo hacen llevando en sus picos los sacos fecales de sus pollos (dejándolos caer en la terraza de mi vecina del primero y poniéndosela perdida, pero ella no se queja porque también es de una familia que ama a los pájaros). Ya no canta el ruiseñor (Luscinia megarrynchos). Ha pasado, desde hace un mes, cantando a la luna su mal de amores. Todos los vecinos estábamos acongojados. Unos porque no les dejaba dormir, y otros porque sabíamos que si el ruiseñor canta es porque no ha encontrado hembra receptiva a sus encantos. Los ingleses, expertos en poner a las aves el nombre más obvio, le llaman nightingale, "la voz de la noche". Por fin todos tranquilos. Los unos pueden dormir, los otros nos alegramos de que la vida íntima del pajarillo se esté desarrollando satisfactoriamente. Desde el interior de los espesos matorrales, que he representado a la derecha en la cuarelita, ya no sale su tremendo canto melancólico. ¡Bien por el señorito! La hembra, mucho más discreta, ni anunció su llegada ni sabemos nada de su disposición y entrega, pero algo ha de haber pues ha callado al macho.




La primavera está desatada por todas partes. Los campos cercanos se han poblado de amapolas escarlatas (Papaver rhoeas); las verdes masas del sauco (Sambucus nigra) se han cubierto de blancas flores, preludio necesario de las moradas bayas del final del verano. La luz sigue cayendo cuando una abubilla (Upupa epops), con su revolera de colores, surge de la tierra y se aleja volando hacia las huertas del río. Tengo la impresión de que estamos en el núcleo de la primavera primigenia y que, ante nuestros ojos, se está desarrollando, como desde hace miles de años, en toda su intensidad el drama de la vida, la muerte y la regeneración.

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