Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

miércoles, 31 de agosto de 2011

La Laguna de Medina (Jerez de la Frontera. Cádiz. España).

No he visto en mi vida más grajillas (Corvus monedula) juntas que las que entraron a dormir en los carrizales de la laguna de Medina (Jerez de la Frontera. España) el día 29 de agosto a eso de las 21:30 horas. Al filo de la anochecida, habría más de quinientas de estas aves. ¡Qué algarabía! La visita a este humedal, que es paraje protegido, próximo a los núcleos urbanos de las ciudades andaluzas Jerez de la Frontera y El Puerto de Santa María mereció la pena totalmente. Lo único, que había poca gente viendo el extraordinario espectáculo. Cuanta más gente se arremoline en sus orillas más posibilidades de supervivencia tiene este humedal cuya desaparición casi se dió por segura en el año 1969 cuando el propietario de unas fincas próximas eliminó toda la vegetación de ribera y aró el fondo de la laguna aprovechando un año excepcionalmente seco. En las poco más de cuatro horas que dedicamos a rodear la laguna y a aposentarnos en un cómodo observatorio de aves que hay allí instalado, pudimos ver, aparte de conejos (Oryctolagus cuniculus) y perdices (Alectoris rufa), más de doscientos ejemplares de patiamarillas (Larus michaellis) adultos y juveniles flotando en sus aguas. Tarabillas comunes (Saxicola torquata), cetia ruiseñor (Cettia cetti), y paramoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) se agitaban por los arbustos de acebuche (Olea europaea silvestris) y tarayales (Tamarix gallica) que rodean la laguna. Sobre el agua navegaban decenas de Somormujos lavancos (Podiceps cristatus), zampullines comunes (Tachybaptus ruficollis), ánades azulones (Anas platyrrhynchos) y el "equipo habitual" de anátidas y fochas comunes (Fulica atra). Un macho de malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), aunque ya sin el pico de guerra que ostenta un vivo color azul en el periodo nupcial, perseguía a un hembra de la especie y recorrieron toda la superficie de la laguna. En las orillas, entre la vegetación, se vislumbraba melancólico a un cheposo martinete común (Nycticorax nycticorax) adulto. En la orilla opuesta se amontonaban y se agitaban antes de echarse a dormir unas 183 garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) acompañadas de media docena de garcetas comunes (Egretta garzetta). Próximo al grupo, un morito ( Plegadis falcinellus) parecía, literalmente, la oveja negra del rebaño, con su libreta irisada de tonos oscuros. Volando sobre la laguna, indecisas sus componentes sobre en dónde dejarse caer para pasar la noche, claramente en migración hacia África, un grupo de seis ejemplares de garza imperial (Ardea purpurea) subía y bajaba lentamente. Caía la noche cuando entraron en el observatorio una madre (Homo sapiens) con sus dos hijos. Una niña y un niño de unos nueve años. Quedaron un momento en silencio, sobrecogidos. Después empezaron a hacer ruido. Preferí ese ruido a que el observatorio hubiera estado vacío. Ellos tienen el futuro de los espacios naturales españoles en sus manos. A lo lejos, la algarabía de las grajillas se iba difuminando. La oscuridad era completa cuando nos retiramos de allí. Los mosquitos que nos habían amenazado, finalmente se habían retirado o las abundantes golondrinas (Hirundo rustica), aviones comunes (Delichon urbica) y vencejos (Apus apus) que sobrevolaban la zona habían dado buena cuenta de ellos. Los carrizos (Phragmites australis) y las espadañas (Typha latifolia) saludaban inclinándose a impulsos de la brisa y frotando sus hojas hacían un ruido siseante. Dejamos la zona a las sombras de la noche.

Parque Natural de Los Alcornocales. Cádiz. España.


El día 29 de agosto, tomamos la dirección de Alcalá de los Gazules, población gaditana, de Andalucía, para introducirnos en el Parque Natural de Los Alcornocales y caminar un poco por sus densos bosques. Un cambio agradable y necesario después de tantos días de playa. Desde Alcalá de los Gazules nos dirigimos a la localidad de Ubrique, atravesando de plano Los Alcornocales por la carrtera A-2304. La primera ave que salió a saludarnos fue una abubilla (Upupa epops) y fue vista por mi compañera. Vimos milanos negros (Milvus migrans), buitres leonados (Gyps fulvus), papamoscas gris (Muscicapa striata), aguililla calzada europea (Hieraaetus pennatus) y carboneros (Parus major). Llegamos a Puerto Galis y paramos a comer en la venta que hay allí. Increíble. Después de comer tomamos la carretera CA-8201 hacia La Sauceda, con intención de recorrer el Sendero de la Garganta de Puerto Oscuro, hacia Jimena de la Frontera. En la Sauceda abandonamos el coche y nos sumergimos en aquellos bosques de alcornoque (Quercus suber) y quejigo andaluz (Quercus canariensis). De ensueño. Todo el tiempo, sobre nuestras cabezas volaba una gran concentración de más de 45 abejarucos (Merops apiaster), claramente en migración hacia el sur. Para ellos el verano ya ha finalizado. Pero para nosotros quedaba lo mejor. Cuando terminamos el sendero volvimos a la carretera y nos paramos en un área recreativa próxima ya a Jimena de la Frontera, sobre el valle que encajona al río Hozgarganta. A nuestra izquierda una rueda de más de veinte buitres leonados, y a nuestra derecha un águila culebrera europea (Circaetus gallicus). Fuimos siguiendo la senda del águila hasta abandonar el Parque. Al llegar a la estación de San Roque, próxima a Algeciras, nos sorprendieron varios ¡centenares! de cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), también ellas en franca emigración. Es la primera vez que entro algo a fondo en el Parque Natural de Los Alcornocales, pero solo para descubrir que es un mundo enorme y que tengo que prepararme para disfrutarlo más intensamente. ¡Qué gran día y qué gran descubrimiento!

Observando, que es gerundio.

Me hacen gracia los comentarios de las personas que cuando ven un ave únicamente ven un "pájaro". Si les insistes un poco más te dirán que todos los pájaros les parecen iguales. Claro, imposible distinguir un mosquitero ibérico de un mosquitero común, pero es que les da lo mismo una abubilla que una grajilla. A mí me hace gracia, pero creo que pierden una oportunidad de leer la Naturaleza como un libro abierto, o de ver la vida como un juego de ordenador. Pero a ellos parece no importarles. Prefieren ver la pantallita del PSP3 a leer la vida en directo. Como decía el torero-filósofo "Hay gente p'a tó".
Pero este verano ha habido varios momentos en los que me hubiera gustado que algunas personas hubieran mirado un poco más y observado un poco más, porque creo que ello les habría hecho más felices. El día 28 de agosto, con un día soleado y viento de dirección variable, frente a la playa de Santa Catalina, en la zona que llaman del Buzo, a las 11:30 de la mañana, un enorme "enjambre" de aves pescaba agitado frente a los bañistas de El Puerto de Santa María (Cádiz. España). Era tan evidente la agitación que los niños (los que no intentaban dar un cantazo a los pájaros) comentaban "mira cómo están las gaviotas". Pero no eran gaviotas, eran fumareles cariblancos (Chlidonias hybridus) en un número de varias docenas. Un día después, en el mismo sitio, un cormorán grande (Phalacrocorax carbo) estaba pescando. El día 30 de agosto, a las 17:30, con una tarde soleada, frente al Estrecho de Gibraltar, un juvenil de alcatraz atlántico (Morus bassanus) se zambullía una y otra vez ganándose los pececillos del día.
Pero es que ni cuando dicen que solo hay gaviotas ven realmente la variedad de la vida porque, desde la playa, sin el menor esfuerzo, es posible distinguir de un vistazo gaviota patiamarilla (Larus michaellis), sombría (Larus fuscus), reidora (Larus rudibundus), charrán común (Sterna hirundo), charrancito común (Sterna albifrons), fumarel cariblanco (Chlidonias hybridus), etc., etc. Biodiversidad al alcance de los prismáticos sin moverte de la silla de la playa, bajo la sombrilla. El único problema es que, al verte con prismáticos en la playa, alguien te diga algo al tomarte por un "mirón". Eso tiene fácil remedio, te pones en primera línea y delante de ti no está más que el mar y las cercanas costas de África veladas por un suave cendal. Peor era hace unos años, y más peligrosa la observación. Si no que se lo pregunten a Ramón Elósegui, uno de los pioneros de la ornitología española y actual delegado de la SEO (Sociedad Española de Ornitología) en Euskadi, el cual fue detenido en el verano de 1972 por los militares de una batería de costa del Estrecho a los que pareció sospechoso ver un individuo cerca de la costa mirando instalaciones militares con prismáticos. También fue un poco rara nuestra visita a la ruinas de la ciudad romana de Baelo Claudia (Bolonia. Tarifa) del día 30 de agosto. Además de sorprendernos con una bandada de más de cincuenta abejarucos (Merops apiaster) volando hacia el Sur, mientras la mayoría de los visitantes miraba al suelo, nosotros mirábamos con los prismáticos un bellísimo ejemplar de águila culebrera europea (Circaetus gallicus) que vigilaba desde lo alto, quizás preparando su salto postnupcial a la cercana África. Durante nuestra visita a los interesantísimos restos arqueológicos, que permiten aprehender cómo vivía la gente en una ciudad imperial romana, varias tarabillas comunes (Saxicola torquata) por un lado y por otro volaban de árbol en árbol siempre ocupando la rama más alta posible. Yo le tengo simpatía a este pajarillo. La primera tarabilla común que identifiqué en mi vida (hace de ello ya muchos años) lo fue en estos andurriales. Desde entonces, cuando vuelvo, siempre veo alguna. De hecho, cada vez veo más. Desde los ventanales del modernísimo Museo, que ahora facilita la interpretación de los restos arqueológicos, observo una curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) en los matorrales del jardín. En lugar de concentrarme en los ritos de inhumación antiguos ¡estoy observando avecillas! ¡Quién te ha visto y quién te ve Antoñito!

Águila imperial ibérica (Aquila adalberti). Spanish imperial Eagle.

El pasado día 23 hicimos nuestra visita familiar anual al Parque Nacional Doñana desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). En esta ocasión se unieron cuñados y sobrinos que pasan sus vacaciones en playas gaditanas. Doñana está considerado por muchos como uno de los dos o tres territorios clave para la invernada de las aves europeas. Todos hablan del invierno y la primavera en Doñana como uno de los momentos mágicos de expresión de la vida silvestre, con cientos de miles de aves europeas preparándose para el viaje prenupcial hacia las lejanas marismas del Norte. Yo, por el momento, solo he podido visitar Doñana en verano y en otoño, no hay tantas aves pero siempre salta alguna sorpresa. Por ello, prácticamente todos los años desde 1986, visito Doñana en agosto. La visita solemos hacerla en los camiones 4x4, dispuestos para uso público por el propio Parque Nacional, cruzando el Guadalquivir desde la población gaditana de Sanlúcar de Barrameda en una barcaza. El día era soleado, con pequeñas nubes y claros, pero a las 11:40 el sol lucía ya radiante. Acabábamos de entrar en el Lucio del Membrillo (completamente seco en esta época del año) cuando sobre la copa de uno de los pinos de la vera surgió la cabeza de un ejemplar de águila imperial (Aquila adalberti). La sorpresa fue mayúscula. Cuando el camión se paró pudimos observar y fotografiar sin que el ave se moviera. En ningún momento pudimos ver el ave entera, pero su cabeza leonada y sus hombros blancos la hacían inconfundible. Fue un momento clave en la visita de este año. Además de este ejemplar de águila imperial, pudimos ver otras muchas aves "residentes" en el enclave. En la playa, entre centenares de ejemplares de gaviotas patiamarilla (Larus michaellis) y reidora (Larus rudibundus), ésta ya con plumaje de invierno, pudimos ver gaviota sombría (Larus fuscus). Junto a ellas se agrupaban centenares de ejemplares de ostrero eurasiático (Haematopus ostralegus), del que nunca había visto tantos ejemplares juntos, y de gaviota de Audouin (Larus audouinii). El caso de esta gaviota es paradigmático de la capacidad de recuperación de las especies naturales una vez se levantan las amenazas que pesan sobre su entorno: esta gaviota estaba prácticamente extinguida, en los años 70's con poblaciones muy escasas superviviendo en las islas Columbretes y Chafarinas, en el Mediterráneo. Treinta años después, habiéndose eliminado muchas de las acciones de desecación de espacios húmedos y de intervenciones antrópicas sobre las islas y costas mediterráneas, hoy la especie prospera con más de 20.000 parejas reproductoras en España. Centenares de ellas se oreaban en las arenas doradas onubenses entre punta del Cabo y el rancho del obispo. Sobre nuestras cabezas, ya entre dunas y corrales, volaba una aguililla calzada europea (Hieraaetus pennatus), algún busardo ratonero (Buteo buteo), mientras grupos de torcaces (Columba palumbus) atravesaban rápidamente el aire. Sobre los corrales volaban las golondrinas (Hirundo rustica). De la vera, a los pies del pino que albergaba al águila imperial, al detenerse nuestro camión, levantaron el vuelo alarmadas un par de docenas de avefría europea (Vanellus vanellus) que estaban en las humedades del matorral en este ecosistema tan particular. Vimos además en la playa correlimos tridáctilos (Calidris alba) y común (Calidris alpina); chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula), chicos (Charadrius dubius) y patinegro (Charadrius alexandrinus). En la Laguna Larga también pudimos ver chorlitejos patinegros. La visita se completó con la visión de venados (Cervus elaphus), gamos (Dama dama) y algún jabalí (Sus scrofa). Tengo la impresión de que toda la familia disfrutó mucho, y, por nuestra parte, seguiremos con nuestra visita anual. Estas fechas de finales de agosto tienen la ventaja de que ya podemos ver aves invernantes que han adelantado su llegada, que se unen a los contingentes residentes. No cabe duda de que, entre éstos, el águila imperial ibérica ocupa un lugar de privilegio. El mítico Doñana de nuestra juventud sigue adelante y pujante, con el impulso de muchas personas, a pesar de las amenazas que permanentemente penden sobre él. Sin pretender ser exhaustivos, en una enumeración rápida podemos citar entre éstas las siguientes: vaciado de los acuíferos y caída de la capa freática por el cultivo de regadío intensivo de la fresa de Huelva; utilización masiva de pesticidas en el cultivo industrial del arroz; apertura al tráfico privado de la playa entre Matalascañas y Sanlúcar, empresa en la que sigue empeñado el alcalde de Almonte; dragado del río Guadalquivir para permitir la ampliación de puerto de Sevilla; caza furtiva; atropellos en las carreteras El Rocío-Matalascañas; actuaciones urbanísticas ilegales, etc. Pero el gran peligro sigue siendo la agricultura descontrolada en todas las zonas del Parque Nacional y pre-Parque menos vigiladas, con un uso intensivo del agua captada mediante pozos ilegales y de fertilizantes, insecticidas y herbicidas que contaminan el acuífero y las marismas. Frente a ello se encuentra un potente equipo científico, muchas personas del entorno que viven del Parque y los visitantes que, con nuestra presencia, seguimos consiguiendo que trabajar a favor del Parque sea rentable. Cuanta más gente visite el Parque, más difícil lo tendrán sus detractores. Es una batalla desigual, pero los intereses particulares no deberían primar sobre los valores colectivos.

La venganza de la Naturaleza o una nueva versión de "El viejo y el mar".


Mi amigo Manolo Mejías se fue esta primavera a ver cetáceos en el estrecho de Gibraltar con su familia y amigos. Iban siguiendo a un grupo familiar de orcas (Orcinus orca) compuesto por tres adultos y un juvenil, cuando se percataron de que éstas se acercaban a un barco de pesca artesanal que estaba pescando atunes rojos (Thunnus thynnus). Habían pescado uno enorme y estaban intentando por todos los medio izarlo a bordo. Mientras los pescadores se afanaban con las líneas y las grúas, la familia de orcas se agitaba alrededor del barco. Cuando, después de varias horas, los pescadores consiguieron izar por fin el pescado a bordo, únicamente subieron una enorme cabeza, de más de un metro de longitud. El resto se lo habían comido las orcas. Parece ser que los atunes entran en el Mediterráneo a unos 40 metros de profundidad, mientras, las orcas no pueden bajar más allá de los 30 metros. Pero algunas familias han aprendido que un atún enganchado a un anzuelo acaba siendo arrastrado hasta los 30 metros en su marcha hacia la superficie y ellas esperan velando en las proximidades de los barcos. El atún, a tenor del tamaño de la cabeza, debía ser tremendo: de más de 400 kilos. Los pescadores se quedaron con la cabeza, que no les servía para nada, pero su acción permitió a las orcas zamparse un buen botín. Tengo la impresión de que la Naturaleza se vengó del caso del atún de 147 kilos pescado en Gerona furtivamente y localizado por la Guardia Civil en Sevilla escondido en un camión del que hemos hablado aquí recientemente.

P.S.: Cuando esta mañana, después de escribir esta entrada, he ido a comprar el periódico me he encontrado con que el Diario de Cádiz, en su página 22 daba la noticia de que se ha completado un estudio sobre las orcas en el Estrecho. De él, la primera conclusión que se extrae es que la explotación industrial de la pesca del atún pone en peligro a los pescadores artesanales y a los de almadraba por la sobreexplotación a la que someten la pesquería. En segundo lugar se concluye que la sobreexplotación pone en riesgo también a las orcas del Estrecho pues se ha comprobado que un "grupo de orcas basa su alimentación en el atún rojo casi de forma exclusiva". Asimismo se ha constatdo que en el Golfo de Cádiz residen unas 40 orcas. La información, de EFE y fechada en Santa Cruz de Tenerife, está ilustrado con una preciosa fotografía en la que se ve a unos pescadores de almadraba extrayendo la cabeza y parte superior un atún devorado a medias por una orca. Me ha hecho gracia la coincidencia con lo que yo había contado aquí por la mañana. No he conseguido esa foto, pero os traigo otra, de la edición electrónica de ese periódico, que retrata a un grupo de orcas en el Estrecho de Gibraltar. Saludos a tod@s.

viernes, 12 de agosto de 2011

Una nación civilizada, en el siglo XXI, con educación obligatoria desde hace cien años.

Dos lobos (Canis lupus signatus) adultos han aparecido decapitados en la zona leonesa del Pantano de Riaño en los últimos meses. El ejemplar localizado recientemente se une al que se encontró en primavera , con agujeros de bala y flotando en las aguas del embalse, según informa las Asociación para la Conservación y el estudio del Lobo Ibérico (ASCEL).
ASCEL denuncia que el furtivismo sigue cebándoise en la especie, especialmente en plena época reproductora.



El hecho de que en ambos ejemplares se hubiera cortado la cabeza, hace pensar en cazadores de trofeos que van a ser disecados en alguna de las taxidermias de la zona. Tengo la impresión de que ser una nación civilizada, entrada en el siglo XXI, con educación abligatoria desde hace 100 años, no es suficiente para erradicar la lacra del furtivismo. La educación no se muestra como suficiente. No cabe otra vía que el palo.

jueves, 11 de agosto de 2011

Incomprensible.

Roberto Íriz Pérez, de 42 años, responsable de la empresa Desinfecciones Triple D e inventor de un sistema para ahuyentar cigüeñas, asegura que "el resultado es muy positivo, ya que las cigüeñas han desaparecido de tejados en los que había decenas de ellas". Cojonudo. Es tan simplicio que "busca el apoyo de alguna institución para financiar el proyecto". Así que ya sabemos: dinero público para apoyar a un pajaricida. De todas formas, lo más asombroso es que tanto la prensa local como regional e incluso las televisión pública vasca EITB, han dedicado espacios y programas elogiosos a quien no hace más que perjudicar a unas especies de aves (la maquinita de marras también espanta aviones comunes Delichon urbica) que han tenido la desgracia, por algún chasco evolutivo, de cruzarse en el camino del hombre. Tanto tonto de remate. Habría que hacerles un homenaje.

No sé qué decir. Sobre el odio a la cigüeña blanca (Ciconia ciconia).

En la página web de Castromocho de Campos (provincia de Palencia. España) se dice textualmente "El ecologismo absurdo de moda ha hecho que durante diez años el tejado se haya convirtido (sic) en un enjambre (sic) de nidos de cigüeñas amenazando la integridad del templo (Iglesia Parroquial de san Esteban). A pesar de las muchas y reiteradas quejas de los vecinos nadie ha hecho nada hasta el año 2009 en que, por fin, se ha llegado a un acuerdo entre las autoridadses civiles y religiosas para evitar que el templo se viniera abajo. (...) Una vez concluida (la reparación del tejado) se pondrán ahuyentadores o inhibidores electrónicos para disuadir a las cigüeñas de que vuelvan a las andadas". El autor de este texto es un anormal. Ahora resulta que la culpa de que el templo estuviera para caerse no era de la incuria de los curas y de la diócesis, y del aborrecimiento de la población a las iglesias en general, sino que era de las cigüeñas. ¡Esas cigüeñas demoledoras! Afortunadamente, en ese lugar de Castromocho de Campos, las autoridades civiles son más razonables y más generosas que las eclesiásticas (que dios confunda) y han levantado toda una serie de postes con nidales artificiales para que las cigüeñas, expulsadas de sus legítimos cantiles (adquirido por usucapio el derecho de uso pues estaban allí desde 1822) por los curas ornitofóbicos, puedan instalarse. Pero no solo hay idiotas entre el orden eclesiástico sino también en el orden civil. En el bloque residencial situado en el número 1 de la Avenida Hernán Cortés de Cáceres, una vecina, armada con escobón en ristre, ha expulsado una y otra vez a una cigüeña después de haber derribado su nido. Un nido que llevaba más de diez años instalado en una cornisa del edificio. Otra imbécil. Tampoco faltan ejemplos entre los políticos. En el torreón de la Avenida de Burgos de la capital calceatense, han instalado un sistema ahuyentador de cigüeñas. Me resulta muy difícil de comprender. Yo amo a las cigüeñas y las he tenido anidando encima de mi cabeza. ¡Vine al mundo traído desde París por una cigüeña! Es evidente que los nidos de las cigüeñas pueden causar daños en los edificios. Aunque son relativamente fáciles de prever instalando plataformas bien ancladas en puntos clave de bóvedas y tejados. Un nido de cigüeña no es ninguna broma. Puede llegar a pesar 700-1000 kg e incluso más. Eso requiere un gran esfuerzo estructural, incrementado por los efectos de las deyecciones. Pero estos problemas se corrigen con las plataformas artificiales. Decía Rafael Alberti que él era un tonto, pero que lo que había visto le había hecho dos tontos. Tengo la impresión de que a mí me pasa lo mismo. Yo soy un tonto, pero mirando por ahí veo unas cosas que me hacen dos tontos. Y es que la idiocia es contagiosa ¡no lo dude Ud.!¡Tontos del mundo, uníos contra las peligrosísimas cigüeñas asesinas!

martes, 9 de agosto de 2011

El cerebro de los furtivos es de plomo.

El miércoles día 3 de agosto, ha sido detenido un camionero en Sevilla por transportar escondido un atún rojo desde Gerona. La especie está en grave peligro de extinción y desde el 15 de junio está vedada su pesca hasta el próximo invierno. Estas paradas biológicas se establecen mediante acuerdos internacionales para intentar evitar su desaparición. Pues bien, ajenos a los acuerdos internacionales y a la fragilidad de la especie, un pescador gerundense contrató a un camionero sevillano para llevar a Sevilla un atún rojo de 147 kg que había pescado fraudulentamente. El camionero era plenamente consiciente de que estaba traficando con sustancias prohibidas, pues ocultaba el atún entre plásticos, apartado del resto de la carga con un colchón hinchable. ¿Y el pescador? Es prácticamente imposible que un pescador, profesional o no, desconozca que desde el 15 de junio no se puede pescar esta especie. ¿Por qué, pues, lo pescó y acordó con el camionero su traslado a Mercasevilla para su comercialización? ¿Tampoco los comerciantes de Mercasevilla sabían que desde el 15 de junio está prohibida la pesca del atún rojo? Tengo la impresión de que todos ellos sabían perfectamente la prohibición que pesa sobre esas prácticas ilícitas, pero les importa un pimiento. La intención de ocultarlo era evidente pues además de estar escondido en el camión y separado de otra pesca legal, estaba sin etiquetar. ¿Cómo se puede acabar con estas prácticas delincuenciales? Sabemos que uno de los motivos de la extinción de especies y de pérdida de la biodiversidad es la sobreexplotación. No basta con saberlo, hay que encontrar la s formas para evitarlas. Estamos acostumbrados a oir que los pescadores japoneses, o coreanos, están saqueando el mar de todos sin compasión y sin respetar los acuerdos internacionales. Furtiva y alevosamente, en barcos chatarra, que no les importa que sean confiscados porque son basura. Pero en esta ocasión, los furtivos eran un tipo de Gerona y otros de Sevilla. Osea, de ahí al lado. Nada de piratas orientales.


¿Por qué unos padres de familia, por otras razones ejemplares, se lían la manta a la cabeza y realizan estas prácticas mafiosas?¿Cabe la posibilidad de atornillarles en el cerebro una chapa de acero que lleve impreso el lema "si no paras te arruinarás y nos arruinarás a todos"? ¿Qué gana ese pescador saltándose la veda? ¿que desaparezca el atún y no volver, nunca, ni él ni sus descendientes, a poderlo pescar? El camionero, plenamente consciente del delito, habría ganado, si no le pillan, cuatro duros. ¿Y los traficantes de Mercasevilla? Lo habrían vendido a alguna empresa japonesa por mil euros. ¿Estaban todos ellos tan necesitados que debían robar para comer? Ja. Lo que pasa es que "tienen, por eso no piensan, de plomo las calaveras"? En el siglo XVII español había una expresión, reducida a una palabra por el mucho uso, que los define muy bien: "hideputa".


jueves, 4 de agosto de 2011

La conservación de la biodiversidad es un imperativo ético.

El domingo 31 de julio pasado, por la noche, fue encontrado en Aznalcázar (Sevilla) el cadáver de un lince ibérico (Lynx pardina). El pasado 5 de enero de este año, fue encontrada muerta una hembra de lince ibérico en Villamanrique de la Condesa (Sevilla). En ambos casos, los animales habían sido matados con disparos de escopeta de caza. El útimo presentaba 32 perdigones, por lo que es evidente que fue tiroteado a muy poca distancia. No había posibilidad de error en la identificación. ¿Qué lleva a un ser humano a disparar contra un lince (especie de la que apenas quedan ochenta ejemplares en libertad en esa zona)? ¿Hay algo psicológico? ¿o alguna disfunción cerebral? Hace unos días tuve la desagradable experiencia de comer con un especímen de ser humano que defendía que había que matar a las cigüeñas (Ciconia ciconia) "porque había muchas y hacían muchos daños". Precisaba que había que dispararles al cuello porque si no, no las matas. ¿Era un anormal? ¿Tenía disfunciones cerebrales? ¿Era un psicópata? ¿Le habían pegado mucho en la cabeza cuando era pequeño? Aparentemente no. Aparentemente era una persona normal aunque muy poco formada, educada en el seno de una familia relacionada con el campo pero cuyo paradigma de relación con la Naturaleza era el tradicional, el de aprovecharse al máximo de lo que ella da sin darle nada a cambio. Más de 100 ejemplares de águila imperial ibérica (Aquila adalberti) han muerto envenendos en España desde 1990. Esta especie está en peligro de extinción. ¿Por qué se sigue empleando el veneno en los campos y bosques españoles? Es desolador que, en el año 2011, siglo XXI, todavía haya personas cuyos valores en relación a la Naturaleza sean la de considerarla como un bien productor de beneficios para quien quiera cogerlos. Como una productora de elementos innecesarios sobre los que puede decidir el primero que los encuentra. Es el paradigma cultural de los cazadores-recolectores. Este paradigma cultural desapareció en occidente, sustituido por el de los agricultores, hace unos 5.000 años. Siguen manifestándose no obstante sus expresiones culturales en cosas como la caza, la recogida de setas, la recogida de frutos silvestres del bosque, la recogida de frutillas para hacer licores, etc. También aparecen en expresiones más bárbaras y sombrías como "todo lo que vuela a la cazuela" o "vale más pájaro de lugar que águila real sin cazar" o "la buena caza para la buena panza" o "más vale pájaro en mano que ciento voolando". Esas acciones no responden ya, en absoluto, a una necesidad nutricia. Pero la barbarie sigue ahí.

En mi opinión, para que la conservación de la biodiversidad sea un hecho, se requiere cambiar ese paradigma cultural que establece que la Naturaleza y sus productos están al servicio del ser humano. Este principio es antiguo; ya lo recogía el libro del Génesis y lo formulaba, en Génesis 1: 28 y 29 "creced y multiplicáos, dominad la Tierra, y reinad sobre las aves del cielo, los peces del mar y el ganado" etc. Es preciso cambiar ese paradigma porque no es cierto. Los seres humanos somos miembros, formamos parte de esa misma naturaleza y tengo la impresión de que lo que le hagamos a ella acabará cayendo sobre nuestras cabezas. En mi opinión, el cambio de paradigma es imprescindible para garantizar el respeto del ser humano al resto del mundo natural. Sólo así se podrá paralizar el saqueo de las riquezas naturales.


Sin embargo, vengo observando que hay defensores muy significados de la Naturaleza que están pensando que esa vía hacia el respeto, pasando por la educación y el cambio de paradigma, es tan lento que no dará tiempo. Para cuando el respeto a la Naturaleza sea un valor universalmente compartido, la Naturaleza estará muerta. El ser humano habrá, en consecuencia, desaparecido. Entre éstos se está abriendo, desde hace varios años, un planteamiento cuya moralidad no acierto a valorar, pero que es el signo de los tiempos. Hagamos saber que la Naturaleza es un productor eficiente de remedios y servicios para el ser humano. Éste, sin asomo de fragancia moral, la respetará para seguir extrayendo de ellas remedios y servicios. Es evidente que los servicios que presta la Naturaleza, en términos económicos duros y puros: depuración de aguas, retención de agua, absorción de CO2, formación de alimentos, formación de remedios maedicinales, limpieza del aire, madera, minerales, recreativos, etc., etc. tienen un valor descomunal. Si hubiera que pagar por esos servicios, al tenerlos que realizar artificialmente, no habría dinero suficiente. Esta forma de concebir las prestaciones naturales parece que se está extendiendo porque está dando sus frutos. Es un leguaje comprensible para el hombre moderno. De dinero y contratos. De "cartos", como dicen los gallegos. A ello le veo el peligro de que, lo que no valga nada, sea destruído. Se mercantilice toda la relación con la Naturaleza ¿cuánto valen los servicios que nos presta un gorrión? ¿Hay sensibilidad suficiente para capatar los servicios de salud, serenidad, paisaje, belleza, que nos presta un gorrión, un simple gorrión? A mí me gusta más que la conservación de la Naturaleza sea un imperativo ético, moral más que un imperativo económico. Pero no pierdo de vista la importancia de hablar en el lenguaje económico de la mayoría. Al final de lo que se trata es de conseguir la detención de la pérdida de la diversidad. No hay que pecar de exquisitos, en esta tarea.