Mi Código de la Circulación por la carretera de la vida.

"Yo soy solo uno. Puedo hacer solo lo que uno puede hacer; pero lo que uno puede hacer, yo lo hago" (John Seymour, 1914-2004). //La sinceridad está sobrevalorada.// Antes de hablar ten claro que las palabras sean más oportunas que el silencio.// No discutas nunca con un imbécil. Te obligará a rebajarte a su nivel y te ganará por experiencia.// ¡Cuántas veces no se pretende sólo derrotar al contrario, sino más bien hundirle tanto en lo profesional como en lo personal!// ¿Quieres ser feliz un instante (o dos)? ¡Véngate! ¿Quieres ser feliz para siempre? ¡Perdona!// Cuanto más pequeño es un corazón, más rencor alberga.// No juzgues. Todas las personas te pueden sorprender si les das la oportunidad.// Tú sigue adelante, si alguien quiere ir contigo, que tire también.// No mires mucho alrededor, sigue adelante pues como dijo no sé quién: "es preferible pedir disculpas a pedir perdón".// No es posible caer bien a todo el mundo. Hagas lo que hagas unos te querrán y otros te aborrecerán. Es inevitable.// El ser humano forma parte de la Naturaleza y es un ser vivo como los demás (árboles, zorros, libélulas, bacterias) por lo que está sometido a los mismos procesos vitales.// Las religiones son el principal enemigo de la salud mental.// Si soy normal, y hago esto y lo otro, seguro que todas las demás personas harán lo mismo o cosas parecidas.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Observando, que es gerundio.

Me hacen gracia los comentarios de las personas que cuando ven un ave únicamente ven un "pájaro". Si les insistes un poco más te dirán que todos los pájaros les parecen iguales. Claro, imposible distinguir un mosquitero ibérico de un mosquitero común, pero es que les da lo mismo una abubilla que una grajilla. A mí me hace gracia, pero creo que pierden una oportunidad de leer la Naturaleza como un libro abierto, o de ver la vida como un juego de ordenador. Pero a ellos parece no importarles. Prefieren ver la pantallita del PSP3 a leer la vida en directo. Como decía el torero-filósofo "Hay gente p'a tó".
Pero este verano ha habido varios momentos en los que me hubiera gustado que algunas personas hubieran mirado un poco más y observado un poco más, porque creo que ello les habría hecho más felices. El día 28 de agosto, con un día soleado y viento de dirección variable, frente a la playa de Santa Catalina, en la zona que llaman del Buzo, a las 11:30 de la mañana, un enorme "enjambre" de aves pescaba agitado frente a los bañistas de El Puerto de Santa María (Cádiz. España). Era tan evidente la agitación que los niños (los que no intentaban dar un cantazo a los pájaros) comentaban "mira cómo están las gaviotas". Pero no eran gaviotas, eran fumareles cariblancos (Chlidonias hybridus) en un número de varias docenas. Un día después, en el mismo sitio, un cormorán grande (Phalacrocorax carbo) estaba pescando. El día 30 de agosto, a las 17:30, con una tarde soleada, frente al Estrecho de Gibraltar, un juvenil de alcatraz atlántico (Morus bassanus) se zambullía una y otra vez ganándose los pececillos del día.
Pero es que ni cuando dicen que solo hay gaviotas ven realmente la variedad de la vida porque, desde la playa, sin el menor esfuerzo, es posible distinguir de un vistazo gaviota patiamarilla (Larus michaellis), sombría (Larus fuscus), reidora (Larus rudibundus), charrán común (Sterna hirundo), charrancito común (Sterna albifrons), fumarel cariblanco (Chlidonias hybridus), etc., etc. Biodiversidad al alcance de los prismáticos sin moverte de la silla de la playa, bajo la sombrilla. El único problema es que, al verte con prismáticos en la playa, alguien te diga algo al tomarte por un "mirón". Eso tiene fácil remedio, te pones en primera línea y delante de ti no está más que el mar y las cercanas costas de África veladas por un suave cendal. Peor era hace unos años, y más peligrosa la observación. Si no que se lo pregunten a Ramón Elósegui, uno de los pioneros de la ornitología española y actual delegado de la SEO (Sociedad Española de Ornitología) en Euskadi, el cual fue detenido en el verano de 1972 por los militares de una batería de costa del Estrecho a los que pareció sospechoso ver un individuo cerca de la costa mirando instalaciones militares con prismáticos. También fue un poco rara nuestra visita a la ruinas de la ciudad romana de Baelo Claudia (Bolonia. Tarifa) del día 30 de agosto. Además de sorprendernos con una bandada de más de cincuenta abejarucos (Merops apiaster) volando hacia el Sur, mientras la mayoría de los visitantes miraba al suelo, nosotros mirábamos con los prismáticos un bellísimo ejemplar de águila culebrera europea (Circaetus gallicus) que vigilaba desde lo alto, quizás preparando su salto postnupcial a la cercana África. Durante nuestra visita a los interesantísimos restos arqueológicos, que permiten aprehender cómo vivía la gente en una ciudad imperial romana, varias tarabillas comunes (Saxicola torquata) por un lado y por otro volaban de árbol en árbol siempre ocupando la rama más alta posible. Yo le tengo simpatía a este pajarillo. La primera tarabilla común que identifiqué en mi vida (hace de ello ya muchos años) lo fue en estos andurriales. Desde entonces, cuando vuelvo, siempre veo alguna. De hecho, cada vez veo más. Desde los ventanales del modernísimo Museo, que ahora facilita la interpretación de los restos arqueológicos, observo una curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala) en los matorrales del jardín. En lugar de concentrarme en los ritos de inhumación antiguos ¡estoy observando avecillas! ¡Quién te ha visto y quién te ve Antoñito!

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